Asesinato de Arturo Ruiz
Como era habitual, grupos ultraderechistas se encontraban rondando la zona de la manifestación con el objetivo de amenazar y causar miedo a los participantes. Grupos como Fuerza Nueva o la Triple A, algunos de ellos ligados a la Dirección General de Seguridad (DGS) o a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado solían ir a este tipo de manifestaciones pro-amnistía armados.
En este caso, algunos fascistas reconocidos se encontraban por la zona, entre ellos Jorge Cesarsky Goldstein y José Ignacio Fernández Guaza. El primero era un ciudadano argentino agente de seguros de 50 años, ligado a la Dirección General de Seguridad. Se trataba de una persona "reconocida" en los círculos de la ultraderecha española y muy ligado a Fuerza Nueva. El segundo, de 29 años, también ligado a miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, concretamente a la Guardia Civil, pertenecía a los entornos ultraderechistas, en particular a los Guerrilleros de Cristo Rey. En este caso, decía trabajar para los servicios de información de dicho cuerpo, según manifestó en las declaraciones testificales que constan en las actuaciones Doña María del Carmen Chacón Poveda, pareja del mismo. Ambos iban armados con pistolas en el día de la manifestación.
En un momento determinado, alguno de los manifestantes dijo que había miembros de la organización ultraderechista de Guerrilleros de Cristo Rey y al escuchar eso, Fernández Guaza se adelantó hacia los manifestantes al mismo tiempo que profería varios insultos contra ellos y los amenazaba con un guantelete que portaba y gritando que iba armado con una pistola, haciendo ademán de sacarla.Al ver lo relatado, Arturo Ruiz García, desprovisto de cualquier tipo de arma, se puso al frente de los manifestantes y reprochó a Fernández Guaza su actitud, diciéndole que si no hubiera llevado una pistola no hubiera proferido las mencionadas amenazas. En ese momento, Fernández Guaza retrocedió para encontrarse junto a Cesarsky, y le pidió a este que sacara la pistola que llevaba. Cesarsky sacó la pistola con el objetivo de matar a los manifestantes que ante él se encontraban y disparó contra los mismos, que huyeron por la Calle de la Estrella para no ser alcanzados. Acto seguido, según la versión Fernández Guaza le pidió el arma a Cesarsky y él se la dio, o bien le arrebató el arma. Acto seguido, Fernández Guaza efectuó dos disparos contra Arturo Ruiz García, alcanzándolo uno de ellos de lleno y provocándole la muerte de forma instantánea.
Entierro: Por deseo expreso de la familia, el entierro se produjo en total intimidad en el cementerio de Fuencarral y no se celebró la misa por el alma del difunto, aunque el párroco local rezó un responso ante cientos de jóvenes.
Consecuencias: El asesinato de Arturo Ruiz dio comienzo una serie de incidentes violentos que serían conocidos como la semana trágica o semana negra de Madrid. Al día siguiente, en una manifestación de protesta por el asesinato de Arturo Ruiz, murió Mari Luz Nájera por el impacto de un bote de humo en la cabeza. Unas horas después, un comando ultraderechista irrumpió en un despacho de abogados laboralistas y mató a cinco personas en lo que se conoce como la matanza de Atocha de 1977.
Cesarsky fue detenido y condenado a seis años de prisión, aunque solo cumplió, según la versión, 10 meses o poco más de un año, gracias a la Ley de Amnistía. Guaza huyó al extranjero y se le perdió la pista.
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