Batalla de Belchite
Los primeros combates en torno a Belchite tuvieron lugar entre el 24 y el 25 de agosto de 1937, siendo tomado finalmente por el ejército republicano el 7 de septiembre. Se calcula que en tan solo 14 días fallecieron aproximadamente unas 5000 personas.
Desde el inicio de la guerra Aragón había quedado dividido en un frente de unos 600 kilómetros de norte a sur, quedando la mitad oriental de Aragón en manos de los republicanos y la mitad occidental en manos del ejército sublevado. No obstante, las tres capitales de provincia (Huesca, Zaragoza y Teruel), estaban en la zona controlada por el ejército golpista, mientras el ejército republicano no tenía el control de ninguna urbe de envergadura en Aragón.
Ante esta situación, después de fracasar en su intento de tomar Huesca, el frente republicano aragonés intentó apoderarse de Zaragoza, con los objetivos de arrebatar una gran ciudad al ejército franquista, obligar a los sublevados a concentrar sus fuerzas en Aragón y distraer a estos de su meta del momento, que era Asturias y Santander.
En su camino a Zaragoza, los republicanos se encontraron con Belchite, un baluarte excelentemente fortificado, defendido por unos 3000 hombres al mando del alcalde y comandante Alfonso Trallero. Es destacable la organización de la defensa en las escuelas y el seminario del pueblo.
Los sitiados estaban bien pertrechados y podían resistir un largo asedio pero los republicanos querían tomar Zaragoza y no podían esperar. No obstante, a los sitiados se les cortó el agua y la falta de comida y suministros médicos empezó a hacer mella. A pesar de que el cerco al pueblo y el bombardeo de la aviación republicana estaban surtiendo su efecto, los republicanos lanzaron un asalto en el que pereció el alcalde Alfonso Trallero mientras manipulaba un mortero y tras luchar casa por casa desde el día 4 en un asalto final, el 7 de septiembre se confirmó la toma de Belchite por los republicanos.
La ocupación de Belchite fue un trofeo moral para los republicanos que se acrecentó con la ocupación de Teruel en ese mismo invierno. Sin embargo, el ejército republicano, que llegó a situarse a 6 km. de Zaragoza, jamás pudo tomar la ciudad; debido a que se detuvieron demasiado tiempo en Belchite, lo suficiente como para que el ejército sublevado ocupara la cornisa cantábrica y acudiera en bloque a defender Zaragoza.
Al terminar la guerra Franco decidió no reconstruir el pueblo, sino construir, utilizando prisioneros republicanos como mano de obra, un pueblo totalmente nuevo, situado a un kilómetro de las ruinas, y dejar el “Pueblo Viejo” como recuerdo de la Guerra Civil, como ejemplo de lo que los “rojos” fueron capaces de hacer.
Desde entonces, la situación de abandono del “Pueblo Viejo” ha hecho que el pueblo se haya ido deteriorando cada vez más, hasta el punto que las ruinas actuales son más un producto del abandono que de la guerra, sirviendo así cada vez mejor a la función propagandística de escaparate de la barbarie de los republicanos.
Llegó un momento en el que, por el peligro de derrumbamientos, su visita se convirtió en un peligro y tuvo que ser prohibido el acceso al público en el año 2008. Cinco años después y tras recogerse una tonelada de basura, se volvió a permitir el acceso al pueblo viejo, aunque solo hay visitas guiadas, bien por el día o bien por la noche los fines de semana. Actualmente el ayuntamiento está intentando recaudar dinero para proteger los edificios en peligro de derrumbe.
Belchite se ha hecho famoso internacionalmente, pues para algunos ha sido escenario de misteriosas psicofonías, además de erigirse en protagonista de un gran número de documentales, ya durante la guerra; y en plató de un sinfín de películas, entre las que destaca “El laberinto del fauno”. A todo esto se añade que la Batalla de Belchite, ya en su día fue famosa, recibiendo la visita de un gran número de observadores, como la Pasionaria, y que ha sido descrita en la novela de Ken Follett del año 2012 “El Invierno del Mundo”.
Santiago Navascués Alcay
Doctor en Historia por la Univ. de Zaragoza
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