Batalla del Ebro

La batalla del Ebro fue una batalla librada durante la guerra civil española. Fue la batalla en que más combatientes participaron, la más larga y una de las más sangrientas de toda la guerra. Tuvo lugar en el cauce bajo del valle del Ebro, entre la zona occidental de la provincia de Tarragona (Tierra Alta) y en la zona oriental de la provincia de Zaragoza (Mequinenza) y se desarrolló durante los meses de julio a noviembre de 1938.

Esta batalla constituyó el enfrentamiento decisivo de la contienda, ya que en ella se decidió el final de la Guerra Civil, en un contexto europeo inmerso en la crisis de los Sudetes, que parecía a punto de estallar, y que, efectivamente, acabaría uniendo la guerra europea con la guerra de España. Aunque el ejército republicano logró obtener una importante victoria inicial, la victoria final fue para los sublevados. Un gran número de bajas humanas y materiales y cuatro meses de lucha después, las tropas republicanas volvieron a cruzar el río Ebro. Tras una decisiva ofensiva sublevada, quedó sellado el destino de la Segunda República Española.

Durante la batalla se hicieron populares canciones como El paso del Ebro y Si me quieres escribir, que posteriormente se han convertido en iconos de la cultura popular ligados a la batalla, y darían lugar a las más famosas canciones de la guerra civil española.

Situación previa: Tras la pérdida de Teruel por las tropas republicanas el 22 de febrero de 1938, los ejércitos franquistas lanzaron una ofensiva en Aragón que destruyó las defensas republicanas y barrió por completo al Ejército popular en la zona. Las divisiones de Yagüe continuaron avanzando y penetraron en Cataluña después de tomar Lérida, donde encontraron una fuerte resistencia republicana; más al sur, los hombres de Aranda llegaron a las playas de Vinaroz el 15 de abril, alcanzando el Mediterráneo. El territorio republicano quedaba dividido en dos, concentrando dos áreas principales: una en la Cataluña, que todavía controlaban los ejércitos republicanos, y una gran área central en torno a Madrid, controlada por numerosas divisiones. Las fuerzas republicanas se encontraban exhaustas después de los desastres militares en Aragón y con una grave amenaza de las tropas franquistas sobre la antigua capital de la república y capital del levante, Valencia. A pesar de que los ejércitos franquistas tenían el camino libre hasta Barcelona, Franco optó por avanzar hacia el sur, a través del Maestrazgo castellonense para alcanzar la huerta levantina y hacerse con Valencia, con lo que dejaría completamente aislada a Madrid de los puertos del Levante. Las tropas republicanas en Cataluña, mientras tanto, se reorganizaron para contraatacar.

Fuerzas intervinientes. Bando republicano: Por parte republicana, las fuerzas que intervendrán en la operación son las integradas en la recién creada Agrupación Autónoma del Ebro, al mando del Teniente coronel de Milicias Juan Guilloto León. La componen unos 100 000 hombres. Entre estas tropas se encuentran las divisiones más fogueadas del bando republicano aunque, ante el aislamiento de Cataluña del resto del territorio republicano, han debido ser recompuestas por soldados catalanes muy jóvenes, de 17-18 años, sin experiencia de combate, pertenecientes al reemplazo de 1941; es la llamada Quinta del biberón. Lo cierto es que este ejército era el mejor preparado y más fogueado que había combatido en el Ejército Popular Republicano en lo que iba de guerra y su equipamiento, aunque deficiente, tenía buenas armas llegadas de Checoslovaquia y de los últimos envíos soviéticos. Poco antes de la ofensiva republicana, la Agrupación Autónoma del Ebro fue renombrada como Ejército del Ebro, quedando integrado junto al Ejército del Este en el Grupo de Ejércitos de la Región Oriental (GERO). Así pues, el nuevo Ejército del Ebro estaba formado por:

El Ejército del Ebro, integrado dentro del Grupo de Ejércitos de la Región Oriental (GERO);
—Comandante: teniente coronel Juan Guilloto León «Modesto».
—Jefe de E.M.: mayor de ingenieros José Sánchez Rodríguez.
—Comisario: comisario general Luis Delage García

  • El XV Cuerpo de Ejército, dirigido por el teniente coronel Manuel Tagüeña y compuesto por las siguientes divisiones:
  • 35.ª División Internacional a las órdenes del mayor Pedro Mateo Merino (con las brigadas XI, XIII y XV);
  • 3.ª División, a las órdenes del mayor Esteban Cabezos Morente (con las brigadas mixtas 31.ª, 33.ª y 60.ª brigadas);
  • 42.ª División, bajo el mando del mayor Manuel Álvarez Álvarez (con las brigadas Mixtas 226.ª, 227.ª y 59.ª);
  • El V Cuerpo de Ejército, bajo el mando del teniente coronel Enrique Líster, con la base en Salou y formado por:
  • La 11.ª División a las órdenes del mayor Joaquín Rodríguez (con las brigadas mixtas 1.ª, 9.ª y 100.ª);
  • La 46.ª División al mando del mayor Valentín González «El Campesino» (con las brigadas 10.ª, 37.ª y 101.ª);
  • La 45.ª División Internacional dirigida por el teniente coronel Hans Kahle (con las brigadas XII, la XIV y la 129.ª);
  • El XII Cuerpo de Ejército, bajo mando del teniente coronel Etelvino Vega y con el centro de mando en la Bisbal de Falset. Estaba compuesto por:
  • La 16.ª División, a las órdenes del mayor Manuel Mora (con las brigadas 23.ª, 24.ª y 149.ª);
  • La 44.ª División, al mando del mayor Ramón Pastor Llorens (con las brigadas 140.ª, 144.ª y 145.ª);
  • La 56.ª División, al mando del teniente coronel Ricardo Gómez García (con las brigadas 56.ª, 3.ª y 179.ª);

Además de estas fuerzas principales, actuaron dentro o como apoyo del Ejército del Ebro distintas fuerzas del XVIII Cuerpo de Ejército, así como el 3.er Regimiento de caballería, una agrupación de artillería antiaérea, una sección de tanques y numerosos pontones y medios de paso. El XVIII Cuerpo de Ejército se encontraba a las órdenes del teniente coronel José del Barrio y estaba formado por:

  • La 27.ª División, mandada por el mayor de milicias Marcelino Usatorre y formada por las brigadas 122.ª, 123.ª y 124.ª;
  • La 60.ª División del mayor de milicias Manuel Ferrándiz Martín, con las brigadas 95.ª, 84.ª y 224.ª;
  • La 43.ª División, comandada por el teniente coronel Antonio Beltrán Casaña («el Esquinazau») con las brigadas 72.ª, la 102.ª y 130.ª;

Bando sublevado: Por el lado sublevado, las fuerzas que toman parte son integradas en el Ejército del Norte. La unidad destinada a la defensa de la línea del Ebro era el Cuerpo de Ejército Marroquí, al mando del general Yagüe. Estas tropas se encuentran desplegadas a todo lo largo de la margen derecha del Ebro, desde el río Segre hasta el Mediterráneo. Ante la preparación de las tropas republicanas, se hizo evidente para estas tropas que los republicanos planeaban el cruce del río pero, a pesar de los preparativos de estos, no hubo ninguna acción para rechazar el ataque. Así, el cuerpo africano estaba compuesto por:

El Cuerpo de Ejército Marroquí estaba comandado por el general Juan Yagüe y estaba formado por las divisiones 13.ª, 50.ª y 105.ª; excepto la 50.ª División, de reciente creación y formada por soldados de reemplazo, todas las demás divisiones estaban compuestas por tropas muy experimentadas: legionarios, regulares, mercenarios africanos de los territorios de Ifni y Sahara, y voluntarios de las milicias falangistas o del requeté carlista.

Posteriormente, ante la amplitud y dureza de las operaciones, se incorporó también el Cuerpo de Ejército del Maestrazgo, al mando del general Rafael García Valiño, y que contaría con las siguientes unidades: la 1.ª División Navarra, la 4.ª División Navarra, la 74.ª («la Leona»), la 82.ª, la 84.ª, la 102.ª, la 150.ª o la 152.ª. El Tercio de Montserrat, formado por carlistas catalanes, también intervendría en los combates.

Plan de operaciones republicano: El general Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor Central republicano, diseñó un plan para obligar a los franquistas a distraer fuerzas del ataque a Valencia y así aliviar la situación del ejército de Levante. El plan era originario del mes de abril, cuando las tropas franquistas llegaron al Mediterráneo y cortaron en dos la zona republicana. Después de la Campaña del Levante, era poco más que una ilusión el volver a unificar las dos zonas republicanas, pero sí constituiría un importante alivio a la presión que sufrían los hombres del Ejército del Levante.​ Por otra parte, ante la situación política internacional, esta operación favorecía los planes de Negrín de hacer ver a las potencias europeas democráticas (Francia y Reino Unido) que el resultado de la guerra no estaba aún decidido y en todo caso, al menos, poder alargar la guerra hasta que comenzara el gran conflicto europeo que se preveía inminente.

El plan de Rojo consistía en lanzar una ofensiva, masiva y por sorpresa, sobre las fuerzas rebeldes que guarnecían la margen derecha del río Ebro. Esto suponía un frente de más de 60 kilómetros, de norte a sur, entre las localidades de Mequinenza (Zaragoza) y Amposta (Tarragona).​ Un ataque principal sería lanzado en la gran curva del Ebro a cargo de dos Cuerpos de Ejército, en un movimiento de tenaza sobre las fuerzas enemigas que guarnecían la ribera. El objetivo del movimiento principal era, tras consolidar sus cabezas de puente, la conquista inmediata de Gandesa, que constituía el centro de comunicaciones más importante de la zona. Una vez caído sería muy difícil para los franquistas organizar la defensa. Además de esta línea de avance, habría otros dos ataques secundarios para apoyar la acción principal: uno por el norte, entre las poblaciones de Mequinenza y Fayón, mientras otro se lanzaría por el sur, cerca de Amposta. El ataque correría a cargo del Ejército del Ebro, que reunía una variopinta colección de jóvenes reclutas (la conocida como Quinta del Biberón) pero también de un amplio grupo de veteranos que llevan luchando desde el comienzo de la guerra. El equipo del ejército republicano había mejorado considerablemente con las nuevas remesas de armamento, que incluían artillería más pesada y cañones antiaéreos. El apoyo aéreo de la Aviación republicana también había mejorado mucho con la llegada de los modelos Supermosca y Superchato.

Desarrollo de las operaciones:
Ofensiva republicana. Los republicanos cruzan el río: 

A las 00:15 del 25 de julio, en una noche sin luna, las unidades republicanas empezaron a cruzar el Ebro. Las unidades que mandaba Tagüeña atravesaron el río entre las poblaciones de Mequinenza y Ascó, mientras que Líster y su V Cuerpo de Ejército empezaron a cruzar el río por dieciséis puntos distintos comprendidos entre Benisanet y Amposta, situada esta 50 kilómetros al sur de la zona principal del ataque.​ Para la operación se habían reunido unas 90 barcas (cada una de ellas transportaba 10 hombres), tres puentes de pontones y doce más de otro tipo. A esta fuerza inicial de asalto le seguían 22 tanques T-26 y cuatro compañías de carros blindados, para el apoyo de la infantería republicana. La primera unidad del cuerpo de ejército de Líster que alcanzó la orilla enemiga fue el batallón Hans Beimler de la XI Brigada Internacional, formada ésta por alemanes, escandinavos y catalanes.​ La 46.ª División también cruzó el río menos su jefe, Valentín González. Aunque argumentó que estaba enfermo, su superior, Lister, lo visitó en su puesto de mando y después diría que solo le había entrado un ataque de pánico ante la idea de cruzar el río; fue relevado del mando y Domiciano Leal lo sustituyó en el mando de la división.​

La otra orilla del Ebro, desde Mequinenza hasta el mar, estaba custodiada por Cuerpo de Ejército Marroquí al mando de Yagüe. La 50.ª División estaba custodiando gran parte del curso del Ebro que estaba siendo atacado por los republicanos; los oficiales de la división, al mando del coronel Luis Campos, habían informado durante largo tiempo de que a lo largo de la orilla opuesta se hallaban concentradas tropas enemigas selectas, pero el alto mando había hecho caso omiso de estas advertencias.​ Cuando los republicanos atacaron, se hizo en medio de la completa sorpresa de los defensores, que se retiraron entre algunos casos de pánico y, en general, en completa desorganización. En el caso de las tropas moras, la situación era todavía menos halagüeña, porque la fama de sanguinarios que venían labrándose desde el comienzo de la guerra les garantizaba el pelotón de fusilamiento en caso de ser capturados.​ Entre los soldados españoles del ejército sublevado que habían sido capturados se comprueba que los «rojos» no son la bestia negra que había hecho creer la propaganda en la zona sublevada (pues estaba muy extendida la idea del fusilamiento inmediato en caso de caer prisionero de los republicanos). A las dos y media de la madrugada el coronel Pedro Peñarredonda, a cargo del sector de Mora de Ebro, informó a su superior, Yagüe, que los republicanos habían cruzado el Ebro a gran escala. Algunos hombres bajo su mando estaban oyendo tiroteos procedentes de la retaguardia, mientras él y el Cuartel General de la División ya habían perdido contacto con los flancos.​

Asimismo, y con el objeto de distraer la atención del enemigo, se realizaron otros dos pasos menores. Uno de estos fue lanzado al norte de la zona de cruce principal del XV Cuerpo de Ejército, a cargo de la 42.ª División. Con sus 9.500 hombres, la división cruza el río entre Mequinenza y Fayón, logra establecer una cabeza de puente y en un rápido avance sus tropas llegan hasta las elevaciones de los Auts, capturando a un regimiento de infantería que se rinde prácticamente sin luchar. No obstante, aunque han logrado cortar la carretera que une Fayón con Mequinenza, debido a la fuerte reacción de los sublevados en esta zona y a la total carencia de apoyo artillero, los republicanos no consiguen la toma de ninguno de estos dos pueblos y quedan frenados en su avance. Al final terminará formándose una estrecha bolsa de 15 km. de profundidad, con el río a sus espaldas y prácticamente aislados del resto del XV Cuerpo de Ejército.

Por el sur se lanzó otro, concretamente en el sector de Amposta (50 km al sur del cruce principal) a cargo de la XIV Brigada Internacional, perteneciente a la 45.ª División. Los interbrigadistas sufrieron cuantiosas bajas en el transcurso del choque con la 105.ª División franquista guarnecida en la otra orilla, prolongándose la batalla durante más de 18 horas. Los sublevados se saldaron con 400 muertos y numerosos heridos, aunque lograron frustrar el cruce del Ebro en este sector. Sin embargo, el coronel Modesto —jefe del Ejército del Ebro— consideró que la maniobra resultó exitosa, porque había evitado que la 105.ª División pudiera acudir en socorro de la 50.ª División sublevada, situada en el sector central de la batalla.​ El comisario político de la Brigada, Henri Rol-Tanguy (posterior líder de la resistencia francesa en París durante la II Guerra Mundial) fue herido, pero logró volver a nado a la orilla republicana.

Río arriba, las primeras fases del ataque dieron resultado positivo. Todos los pueblos ribereños del Ebro, situados en el sector central del frente, fueron ocupados al amanecer y se formaron dos cabezas de puente de grandes proporciones. Los que cruzaron el río, entre ellos la XV Brigada Internacional, siguieron avanzando tierra adentro, a fin de rodear por los flancos y cercar a las desmoralizadas tropas de Peñarredonda. Al amanecer del 25 de julio, este fue autorizado a retroceder con todos los hombres que pudiera llevar consigo. En el norte, la 42.ª División había avanzado unos 15 kilómetros desde el Ebro, asegurando su cabeza de puente. En la zona del XV Cuerpo de Ejército, Tagüeña y sus hombres habían logrado crear una profunda cabeza de puente. Más al sur, Líster avanzó 50 kilómetros, llegando hasta la pequeña localidad de Gandesa (en 1937 tenía 3396 habitantes). Fueron capturados todos los puntos de observación importantes situados en las montañas, entre Gandesa y el Ebro. Por otro lado, se produjeron numerosas deserciones entre las tropas sublevadas y 5000 soldados cayeron prisioneros.​ Las fuerzas republicanas siguieron avanzando hasta llegar a las poblaciones de Gandesa y Villalba de los Arcos, núcleos donde se había atrincherado la defensa principal de los sublevados; La batalla principal tuvo lugar en Gandesa.

Ante la dificultad por contener la avalancha republicana, Franco ordenó que acudieran divisiones de otros sectores, especialmente del frente de Levante (donde se estaba desarrollando una encarnizada batalla para conquistar Valencia), pero incluso desde Andalucía.​ Así pues, las tropas sublevadas debieron paralizar sus operaciones en el frente del Levante; con ello, los republicanos logran su primer objetivo. La operación constituyó, sin duda, un hecho audaz y sorprendente, ya que en los tratados de táctica militar los ríos caudalosos como el Ebro eran considerados poco menos que barreras infranqueables.


 Esta unidad ya había sostenido combates en las batallas de Belchite, Aragón y más tarde intervendría en la retirada de Cataluña.



Ruinas en Corbera de Ebro, en el Poble Vell (pueblo viejo)


Los miembros de un batallón internacional, posiblemente el Batallón inglés en su despedida durante la Batalla del Ebro en el campo de fútbol de Marçà (octubre de 1938).

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