Invasión del Valle de Arán

La invasión del Valle de Arán, denominada en clave Operación Reconquista de España, fue un intento de la Unión Nacional Española (UNE), promovida por el Partido Comunista de España, de provocar en octubre de 1944 un levantamiento popular contra la dictadura de Francisco Franco, mediante un ataque de un grupo de guerrilleros españoles, agrupación bautizada con el nombre «Reconquista de España», que colaboraban en el exilio con la Resistencia francesa, sobre el Valle de Arán como objetivo principal.​

El gobierno franquista, previendo una invasión aliada desde Francia, había encargado a Rafael García Valiño, jefe del Estado Mayor del Ejército, la defensa de la frontera franco-española, dirigida por los generales José Moscardó y Juan Yagüe, contando con unos 50 000 hombres.

El resultado final fue un total fracaso de la operación, que duró menos de una semana; no llegándose nunca a ocupar la capital del valle, Viella, y retirándose a territorio francés los últimos guerrilleros el día 24 de octubre.

El desembarco de Normandía por parte de los aliados el 6 de junio de 1944, el rápido avance de la 2.ª División blindada del general Leclerc hacia París y el hecho de que gran parte del Mediodía francés se encontraba liberado de la ocupación nazi, influyó en numerosos núcleos de exiliados españoles en Francia que, ante la llamada a la invasión del general de división republicano José Riquelme y proclamas emitidas por Radio Toulouse en manos de la UNE, en una inminente victoria definitiva sobre la dictadura de Franco.

Operación Reconquista de España: Jesús Monzón, hombre fuerte del PCE en Francia, dirigía la resistencia republicana en la Francia ocupada e intentaba reconstruir una mínima infraestructura del partido en España. Confiado por el éxito de las acciones guerrilleras de resistencia contra los nazis, creyó que se podía iniciar una invasión de España atravesando los Pirineos y que derivaría en un levantamiento de la población civil, posición en contra de lo que decían los informadores desde el interior y de la opinión de muchos dirigentes y militares comunistas, que creían que la mejor opción sería enviar a los guerrilleros experimentados solo para formar a otros guerrilleros, y a partir de esa base crear una fuerte resistencia siguiendo el ejemplo de los partisanos yugoslavos, en vez de lanzar una invasión tan ambiciosa que dependía de un «levantamiento popular». Paralelamente se pretendía instalar un «gobierno provisional republicano» en territorio español, y ya no en el exilio, lo cual permitiría a los republicanos españoles participar con más peso en las negociaciones y pactos inminentes con los aliados al finalizar la Segunda Guerra Mundial.

Como otros dirigentes del exilio, y a pesar de que viajaba con frecuencia a España, Monzón tenía una visión muy optimista de la situación política pues estaba convencido, según Hartmut Heine, de que «España había entrado en una etapa prerrevolucionaria y que el menor impulso desde el exterior provocaría una insurrección popular y la deserción de la gran mayoría de los aliados de Franco a las filas de la UNE». Algunos de los cuadros medios del interior intentaron convencerle de que estaba equivocado pero Monzón los expulsó del partido, y ningún miembro de la comisión nacional que dirigía el PCE en el interior discrepó de este análisis.

Para preparar la invasión, los guerrilleros, unos 13 000 veteranos de la guerra civil española y de la resistencia francesa, se desplazaron a los puntos de reclutamiento en Foix y Toulouse; de entre ellos se presentaron entre 4000 y 7000​ voluntarios para formar parte de la operación, que sería dirigida por el coronel Vicente López Tovar, veterano del Ejército Popular Republicano y de la Resistencia francesa, que en la lucha contra los alemanes había ganado amplio prestigio y condecoraciones.

La mayoría de los hombres que iban a participar en la Operación Reconquista de España eran republicanos exiliados miembros del «maquis» francés y que habían sido los principales protagonistas de la liberación de la ocupación alemana de una parte importante de los departamentos del sur de Francia. En mayo de 1944 las unidades exclusivamente españolas habían sido reconocidas como tales bajo la denominación de Agrupación de Guerrilleros Españoles (AGE), integrada por unos 9000 hombres, y que a partir de entonces había iniciado una nueva estrategia militar, pasando de los sabotajes y acciones aisladas al ataque frontal contra las unidades aisladas de la Wehrmacht. Todos los componentes de la AGE consideraban la lucha en Francia contra los ocupantes alemanes y la milicia vichista como el preludio del combate para liberar España.

La estrategia consistía en una serie de ataques por toda la frontera pirenaica por parte de la División 102 y un ataque principal por el Valle de Arán, el verdadero objetivo de la campaña, por parte de la 204.ª División, donde se establecería provisionalmente un gobierno que, contando como factores de tiempo a favor las condiciones de aislamiento del valle, solo conectado con el resto de territorio español por el puerto de La Bonaigua, y el clima invernal, provocaría la desmoralización del régimen, un levantamiento popular y una invasión aliada que acabaría con el franquismo en España.

Una meta importante era tomar la localidad de Viella, capital del Valle de Arán, pero el coronel López Tovar también planificó dejar despejadas las posibles rutas de escape, al constatar que sus hombres estaban deficientemente armados y temer una derrota catastrófica si luchaban contra el grueso del ejército franquista. Las fuerzas antifranquistas usaban las denominaciones de «brigadas» o «divisiones» con intenciones puramente propagandísticas, pues en la realidad tales unidades contaban con unos pocos cientos de hombres cada una.

A pesar de que las avanzadillas de guerrilleros enviadas al interior de España advirtieron de que no veían ningún clima propicio para que se produjera una insurrección en el país y de que el régimen franquista estaba acumulando tropas — algunas de ellas procedentes del Protectorado español de Marruecos — en la frontera, además de unidades de la Policía Armada y de la Guardia Civil, la dirección del PCE en Francia, con Monzón al frente, prosiguió con sus planes.

Balance: Los guerrilleros tuvieron 129 muertos y 588 heridos,18​ siendo capturados muchos de ellos y sometidos a consejos de guerra —algunos fueron condenados a muerte y fusilados—,19​ aunque un número indeterminado logró salvar el cerco e integrarse en los grupos del maquis que actuaban en el interior de España. Los jefes de las unidades militares franquistas tenían orden de no considerar a los prisioneros como combatientes, sino como francotiradores.20​ Por su parte las fuerzas franquistas sufrieron 32 muertos.

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