Asamblea Nacional Consultiva

La Asamblea Nacional Consultiva fue un organismo español creado por la dictadura de Primo de Rivera, en el reinado de Alfonso XIII, que, según decía el Real Decreto-ley de 12 de septiembre de 1927 que lo fundó, «no ha de ser un Parlamento, no legislará, no compartirá soberanías», sino un «órgano de información, controversia y asesoramiento de carácter general que colaborará con el Gobierno» y que debía «preparar y presentar, en un plazo de tres años y con carácter de anteproyecto, una legislación general y completa».​ Las sesiones se iniciaron el 10 de octubre de 1927, concluyendo el 15 de febrero de 1930. La sede escogida para la reunión de sus miembros fue el Palacio de las Cortes.

La Asamblea Nacional Consultiva fue la primera Cámara corporativa de la Europa de entreguerras. Se organizó en dieciocho secciones compuestas por once asambleístas cada una, designados por el presidente. La más importante fue la Sección Primera, que tenía que elaborar los «Proyectos de Leyes Constituyentes».​ Entre los 429 miembros fueron designadas 15 mujeres.

Era "una asamblea corporativa, dependiente por completo del poder ejecutivo",​ "con miembros elegidos por los ayuntamientos, las diputaciones provinciales, las uniones patrióticas, los órganos del Estado y representantes destacados de la Administración, el ejército, la justicia o la Iglesia junto a otros representantes del trabajo, el comercio, la cultura, las artes y demás actividades por el gobierno, y pretendía ser la expresión de un modelo tripartito de representación —Administración, Sociedad y Partido— que tenía sus raíces en el corporativismo clásico y en el corporativismo fascista italiano".​ De los 429 asambleístas solo 71 habían sido diputados o senadores en las Cortes constitucionales, y en su mayoría eran políticos de segunda fila de los antiguos partidos del turno.​

Podían pertenecer a la Asamblea varones «hembras solteras, viudas o casadas» siempre que estas últimas estuvieran «debidamente autorizadas por sus maridos» y que estos no fueran asambleístas. El Consejo de Ministros designó como parlamentarias a 15 mujeres en octubre de 1927 pero dos de ellas renunciaron al puesto y entre 1928 y 1930 se incorporaron otras tres. Entre las elegidas abundaban las maestras y había varias nobles. La primera mujer en la historia que tomó la palabra en el hemiciclo fue Concepción Loring, el 23 de noviembre de 1927.

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